Entre los laureles del doloroso colapso, la ineptitud y la ruin forma de esconderse de un presidente

La necesidad de un verdadero liderazgo y de un verdadero amor al prójimo.

La situación de la pandemia en nuestro país, es parecida a la que veíamos hace un año atrás en las ciudades europeas, donde se observaban a personas en los pasillos de los hospitales y los centros asistenciales, nos ponían los pelos de punta, ya que la temerosa enfermedad del COVID-19, estaba causando estragos en el primer mundo, así como en muchos países de Latinoamérica, en donde la terrible situación tomó fuerza rápidamente.

En Paraguay, comenzamos una cuarentena total, que comenzó en marzo del 2020 y culminó aproximadamente en mayo del mismo año. Ante la ausencia de aquellos subsidios que con nombres bonitos en guaraní nunca llegaban a los verdaderos necesitados.

El pueblo se levantó y comenzó a armar equipos de ayuda, de todo tipo, más que nada la de alimentos, ya que familias enteras se quedaron sin trabajo, por lo que renacieron las famosas y gloriosas “Ollas Populares”, que dieron un gran suspiro al paraguayo, hasta que, el gobierno se apropió de la iniciativa de los ciudadanos y comenzó a jactarse de la necesidad y “ayuda”, que daban a los pobladores.

 

 

Una pecaminosa y asquerosa postura, que hasta el propio presidente Mario Abdo Benítez, defendió como una iniciativa de los parlamentarios. ¡REPUGNANTE! Mientras los paraguayos, más necesitados eran los que estaban moviendo al país, para que los pobladores puedan comer, los activistas políticos y precarios disertantes de la “solidaridad ciudadana”, que, más que nada están para los Instagram Live, o las fotos, comenzaron a hacerse eco de un espacio que no les pertenecía.

 

 

Tras un largo trecho de especie de templanza, en diciembre comenzamos la terrible segunda Ola del COVID-19, la cantidad de contagios aumentaron, las muertes comenzaron a crecer considerablemente y finalmente, la fiel solución de un gobierno inoperante fue la obligación de la renuncia del ministro de Salud, Julio Mazzoleni, lo que no significó el fin de la pandemia, sino que el comienzo de un nuevo gobierno que se encontraba en total desconocimiento de los procesos que se estaban realizando. El Gobierno, realizó absurdos, precarios y efímeras leyes que no tenían ningún sentido, pero que con ellas “intentaban”, detener la proliferación de la enfermedad, pero jamás fue una prioridad el servicio de transporte público, en donde la mayoría de los ciudadanos, diariamente se moviliza, para lograr llegar a sus lugares de trabajo y llevar el pan de cada día a sus casas.

Además, los escasos controles y las nefastas restricciones, permitieron que varios paraguayos viajaran al Brasil, el foco principal a nivel mundial de la pandemia, lo que apenas unas semanas después, provocó el colapso total del sistema sanitario.

Hoy día, gracias a la circulación de la cepa brasileña, que trajo la verdadera catástrofe a nuestra Nación, provocando que, el propio presidente de la República se esconda y no de la cara por más de un mes. Exponiendo a los miembros de su gabinete, pero no así él. Ni siquiera se presentó el domingo de pascuas, un día muy especial para los paraguayos y sus tradiciones, para al menos dar un poco de consuelo. El presidente decidió entrar a la cueva de Platón y ver desde la distancia como su gestión o más bien, su falta de gestión desmoronaba toda la estructura de nuestro país. 

 

 

Y comenzaron a aparecer los pedidos de urgencias para UTI, los grupos de whatsapp se llenaban de los mensajes de personas que imploraban a las autoridades entre medio de llantos misericordia y piedad, para que sus familiares no mueren y puedan acceder a un trato digno en la medicina paraguaya. Nada de lo que hicieron durante el encierro del 2020 sirvió, los paraguayos mueren por montones diariamente, esperando en sillas de madera, la oportunidad de llegar al oxígeno o a una terapia digna.  Una vez más, los años de mala gestión se hicieron presentes solamente para torturar mucho más a una sociedad que, llora diariamente las necesidades por las que debe pasar. 

Para culminar y sentir mucho más esta situación, fuimos la burla del mundo, del mecanismo COVAX y nuevamente fuimos los parias del tercer mundo, que, recibían las benditas vacunas contra la terrible enfermedad por mera caridad. La lamentable gestión de un presidente, que se “encuentra llamando todo el tiempo para que las vacunas lleguen”, solo habla de la lamentable situación e inconsolable sufrimiento, por el que debemos pasar diariamente para lograr llegar a las migajas de los demás países, que, de manera solidaria nos regalaban lo poco que les sobraba, para que al menos el personal de blanco, aquellos grandes héroes puedan recibir al menos una dosis de la tan anhelada fórmula, que le haría frente a esta crisis mundial.

Mientras tanto, cual demonio maldito en un averno oscuro, nuestro presidente se encontraba mirando el sufrimiento de su población sin ni siquiera dar la cara por SU PATRIA.