Asalto en Capitolio deja herida a la democracia norteamericana
Un centenar de ciudadanos viéndose agolpados en el Capitolio de los EE.UU para interrumpir la sesión del Parlamento es una de las tantas improbabilidades que alguien podría concebir en el país norteamericano, el cual sentó las bases de la constitución democrática en América tras su redacción en 1787.
Los hechos acontecidos en la nación estadounidense fueron desarrollados como consecuencia de un gran descontento por parte de una muchedumbre adepta al presidente republicano Donald Trump, pues la misma no acepta los resultados de las últimas elecciones presidenciales que dan como ganador al candidato del Partido Demócrata, Joe Biden. De este modo, en medio de la reunión parlamentaria para certificar la victoria del presidente electo, una horda de manifestantes irrumpió el edificio con el fin de obstruir la sesión.
Así, con cuatro personas fallecidas, 14 policías heridos y 52 arrestados luego de los disturbios en el Capitolio, se produjo uno de los días más oscuros en la historia de los EE.UU, al que dirigentes del Partido Republicano calificaron como “vergüenza nacional”, “antiestadounidense” y "una insurrección alentada por el presidente de los Estados Unidos", de acuerdo a datos de la BBC.
Ondeando banderas norteamericanas y gritando mensajes de apoyo para Trump, la congregación de personas se hizo cada vez más grande en rechazo a la certificación de la presidencia de Biden. De este modo, las acciones acaecidas en el gigante norteamericano representan una afrenta directa al sistema democrático estadounidense.
"Así es como se disputan los resultados electorales en una república bananera, no en nuestra república democrática", dijo en una declaración el expresidente George W. Bush, quien se refirió a los sucesos en el Capitolio como una "visión nauseabunda y desgarradora".
Finalmente, en una sesión realizada en la madrugada del jueves, los congresistas lograron reconocer la victoria de Biden, dando así término a los disturbios del Capitolio. De esa manera la era Trump se despide, dejando una huella indeleble de violencia en EE.UU.