México, un país estigmatizado por la pobreza, los feminicidios y por los carteles narcotraficantes, fue azotado por la pandemia del Covid-19, cobrándose la vida de más de 20.000 personas.
A pesar del malestar y de seguir en una cuarentena estricta después de dos meses del primer caso confirmado, los mexicanos han recibido ayuda del sector menos esperado, los narcotraficantes, ya que estos al repartir ayuda en las zonas más golpeadas por la pandemia y la economía. Si bien la mayoría de los pobladores conocen las identidades de los integrantes de estos carteles, casi nadie se opone a la ayuda que reciben, ya que declaran que el Estado olvidó la existencia de estas familias, según reporta la BBC.
De esta forma se crea la idea de la narco-filantropia, para conseguir el apoyo de la base social y de esa forma aumentar el control sobre la población a la que benefician, con el fin último de facilitar la continuación de su millonario negocio.
Según la opinión de varios expertos en seguridad, esta estrategia no es exclusiva del cartel de Sinaloa ni de México. En Medellín, Colombia, todavía existe un barrio construido por Pablo Escobar en la época en que intentaba convertirse en una figura política. DE la misma forma en países como Paraguay, Bolivia, Chile, Ecuador y Brasil, existen este tipo de comandos guerrilleros que intentan posicionarse como los Robin Hood del subdesarrollo, pero solo replican esta fórmula filántropa para tener sumisos a los pobladores y buscar opositores a cualquier tipo de gobierno que asuma el poder.