La nueva enfermedad que pone en vilo al mundo entero, el COVID-19, ha causado una verdadera catástrofe en la población, cambiando por completo paradigma social e insertando la semilla de la incertidumbre en muchas personas al ver potencias mundiales caer ante la pandemia.
La preocupación que radica en los profesionales de la salud, son las secuelas que provoca esta enfermedad en las personas, más aún, aquellas afecciones psicológicas que deben ser tratadas medicamente, ya que dejan un fuerte impacto en los individuos, persiguiéndolos por mucho tiempo.
Según el trabajo expuesto en el Lancet Psychiatry, por el profesor Paul Harrison (profesor del Hospital Warneford y el departamento de psiquiatría de la Universidad de Oxford), una de cada cinco pacientes de COVID-19 manifiesta problemas de salud mental en los tres meses siguientes al contagio. Este estudio se sustenta en el análisis de las historias clínicas de 70 millones de pacientes en los Estados Unidos, entre los cuales 62.354 habían sido diagnosticados con SARS-CoV-2, desde el 20 de enero al 1 de abril, sin necesidad de hospitalización. Harrison y sus colegas compararon la evolución de estas personas con la de otras que sufrieron otras seis enfermedades diferentes, y se percataron que la enfermedad pandémica provocaba en los individuos, secuelas psiquiátricas, como trastornos de pánico, crisis de ansiedad, depresión, agorafobia entre otras patologías de índole mental.
Los síntomas de estas enfermedades mentales, comenzaron a aparecer meses después de que los pacientes hayan presentado síntomas del COVID-19, pero estas patologías también aparecen en personas que no fueron infectadas, pero que quedaron impresionadas por el alto impacto que tuvo y sigue teniendo esta en enfermedad en la población.
Una parte del estudio reza lo siguiente: “A partir de una amplia red de historias clínicas electrónicas del nivel federal de los Estados Unidos, hallamos que los sobrevivientes de COVID-19 tienen una tasa significativamente más alta de trastornos psiquiátricos, demencia e insomnio. También hallamos que una enfermedad psiquiátrica previa se asocia de manera independiente con un riesgo más alto de recibir un diagnóstico de COVID-19. Sabemos por pandemias anteriores que las dificultades de salud mental suelen presentarse en los supervivientes, y este estudio muestra el mismo patrón después del COVID-19, por lo que no es inesperado”.
Sin lugar a dudas, esta enfermedad vino para estropear la calidad de vida de toda la población, teniendo en cuenta que, a pesar de no contraer el virus, uno se expone a vivir secuelas de índole psiquiátricas.
Aparentemente la sociedad actual no estaba preparada para situación así, más que nada por el avance científico de la época, que aparentemente daba a la sociedad una especie de seguridad que fue totalmente devastada por un virus que arrasa con las vidas de los habitantes de los países en la que se encuentra.