Los reportes del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS) en esta primera semana de agosto fue una pequeña muestra de lo brutal que es el virus de la COVID-19. La tremenda cantidad de fallecidos, casos confirmados y sin nexo se elevaron de manera abrumadora, por lo que los paraguayos recién comienza a sentir la fuerza de esta enfermedad.
Un total de 19 muertes, 1.170 nuevos positivos y 539 casos sin nexo, han sido las terribles cifras que han impactado a toda la sociedad. Teniendo en cuenta que los primeros meses de la cuarentena la confianza estaba totalmente en los representantes sanitarios que finalmente han cambiado sus posturas y ahora muestran un camino sinuoso en el futuro de los paraguayos.
El pico que jamás llegó, ahora es impredecible. La población no pide adivinanzas ni certezas, pero tampoco quieren ser parte de un juego de azar, en donde jueguen con la estabilidad emocional de las personas y las autoridades predigan hechos que jamás sucederán.
Estamos a la deriva de una política sanitaria con nebulosas que no nos deja avanzar, la ciudadanía ya ha perdido la confianza en el gobierno y comienza a cuestionar los números que diariamente reportan, tal vez estemos atravesando una de las peores crisis en el país, con desempleos, una ruta económica nefasta, una sanidad precaria y con problemas políticos sectoriales, que afectan los pasos de los pobladores.
Estas y más preguntas revolotean en las mentes de los paraguayos, que solo esperan poder trabajar con garantías, llevar el pan de cada día a sus casas y no perder a ningún familiar en esta guerra contra un virus mortal.