Completamente hacinados, sin mantener la mínima distancia o evitar el contacto físico, los pasajeros de los colectivos se ven obligados a exponerse durante su viaje por la mínima, o casi nula, implementación de medidas sanitarias en los transportes públicos. De este modo, la mayoría de los buses incumplen el decreto presidencial, que estipula una circulación responsable, sin una cantidad exorbitante de pasajeros y personas paradas, a menos que se sean 16.
“Se espera mucho y viene lleno”, había expresado una pasajera para NPY, comentando que viajar en los colectivos genera todo tipo de complicaciones por los espacios repletos del transporte. Pese a que la mayoría de los usuarios mantenga el uso de los tapabocas, esto solo resulta contradictorio porque prácticamente los viajes se realizan con las personas hacinadas.
Igualmente, por si fuera poco, una gran cantidad de buses se pasa regulando sus viajes, hecho sumado a la larga lista de las desavenencias por las que deben atravesar los pasajeros. Por ello, probablemente la liberación de más colectivos durante los horarios pico ayudaría a evitar una incontrolable aglomeración en los transportes.
Por su parte, el Viceministerio de Transporte dejó de realizar los controles aleatorios para comprobar el cumplimiento de las medidas sanitarias establecidas en el decreto presidencial, evitando un contagio masivo de coronavirus. En un principio, el titular de la institución, Pedro Britos, publicaba orgulloso las verificaciones llevadas a cabo en los diferentes transportes públicos, pero ahora ya no lo hace a causa de los nulos controles existentes en la vía pública por parte de los fiscalizadores.
Con hospitales desbordados, mayores casos de COVID-19 detectados en el día y un nivel de contagiosidad que no cesa, la aglomeración en los buses, debido a la falta de control, puede convertirse en el elemento suficiente para terminar como un fuerte candidato a caldo de cultivo del coronavirus, explotando en terribles consecuencias para la ciudadanía.