La doctora y docente Marta Sady Galeano, Jefa del departamento de Neurología de Adultos de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA, pidió tener cuidado con la mezcla de alcohol y yuyos, elaborados para el tradicional carrulim que según la costumbre paraguaya se debe tomar el 1 de agosto a fin de “purifica la sangre y aleja la mala suerte”.
Tradicionalmente esta bebida está hecha a base de caña, ruda y limón, pero es importante atender el tipo de plantas que se utiliza para preparar el brebaje, ya que algunas pueden resultar tóxicas al organismo.
La profesional aprovechó la oportunidad para hablar sobre la borrachera patológica, pacientes que se transforman por el efecto tóxico del alcohol, y son candidatos aquellos que están medicados con antidepresivos, sedantes o drogas ilegales.
Es sabido que el consumo de bebidas alcohólicas en exceso puede afectar al organismo produciendo diversos tipos de patologías, incluso alterar el estado del humor, sobre todo en personas medicadas con drogas controladas, asimismo con drogas ilegales. En ese sentido, la doctora explicó que existe una predisposición genética a desarrollar la adicción al alcohol que se denomina alcoholismo o etilismo y no solo produce alteraciones a nivel del hígado, sino también en el cerebro, como lesiones degenerativas, trastorno de la memoria, encefalopatía de Wernicke, por avitaminosis, entre otras enfermedades.
Las bebidas alcohólicas provocan afectaciones de los nervios periféricos, una polineuropatía tóxica a causa del etanol, así como también por mecanismo de desnutrición pelagra, lesiones a nivel de la piel y que se acompañan con el trastorno de la memoria. Puede darse una epilepsia alcohólica por la ingestión crónica, disminución del tamaño del cerebelo o atrofia cerebelosa por el alcohol.
Otra de las características del alcohol es que puede producir fragmentación del patrón del sueño, la persona tiene despertares varias veces durante la noche y existe otro grupo de consumidores que se duerme profundamente con el consumo del alcohol.
También la ingesta de alcohol en grandes cantidades y de manera habitual causa daños en diversas áreas del cuerpo, sobre todo a nivel de funciones cerebrales. Sin embargo, la especialista aclaró que la ingesta moderada no es peligrosa. “Una persona puede consumir hasta dos copas de vino, dos latas de cerveza o una raya de whisky, más de eso no es recomendado”, indicó.
El alcohol cuando se consume sin antes ingerir algún tipo de alimento, se absorbe rápidamente, se metaboliza y llega al cerebro en donde cada persona responde de diversas maneras, algunos que manifiestan somnolencia, otros sin embargo, alteraciones del estado en el humor.