Domingo 24 noviembre 2024 12:19

“La violencia no educa, impone”

“La violencia no educa, impone”
La educación en casa por medio de la violencia, no es necesariamente educación, es lo que nos explica la psicóloga Cecilia Simón, en este material. "No existe un manual de cómo ser padres, pero hay que comenzar a trabajar con los niños desde el diálogo".

En la tarde del lunes la fotografía de una menor que se encontraba arrodillada en un espacio público, coparon las redes sociales, la indignación de la población llegó a tal punto  que la información alcanzó a las autoridades de Coronel Oviedo, que tomaron cartas en el asunto y pusieron a salvo a la joven de 14 años.


Según los datos provenientes de la fiscalía local, la adolescente habría sido golpeada con una guacha, para posteriormente ser expuesta en la vía pública, porque aparentemente descubrieron que tenía un noviazgo con un joven de la zona. La fiscal Gladys Torales manifestó que la menor esta en custodia de las autoridades de la ciudad, que se encuentran estudiando la situación, ya que la víctima vive con sus abuelos y una de sus tías, quien habría sido la autora de la humillante golpiza propinada. 



Asunción Post Noticias se comunicó con una profesional en educación de niños, niñas y jóvenes, la psicóloga Cecilia Simón, quien se especializa en el trabajo con personas en casos de vulnerabilidad.

Lic. Cecilia Simón


“Es importante resaltar que no hay un manual de cómo ser padres, todos y cada uno de ellos lo transitan desde su subjetividad, su propia experiencia como hijos, su historia, sus deseos haciendo lo mejor que pueden. La violencia no es y nunca será un medio para educar, ya que no da espacio al diálogo, a la comprensión; genera miedo y sumisión más que respeto y análisis de lo ocurrido, de la propia conducta. Es una "educación" del miedo, pero que realmente no educa para nada.


Con los niños y adolescentes es importante generar espacios de respeto y diálogo, desde muy pequeños. Sentar bases para la confianza, de manera a que el día de mañana si tienen alguna dificultad o necesiten de nuestra ayuda o consejos, se sientan seguros de poder acercarse y hablar, sin miedo, sin resentimientos, ni vergüenza. Las marcas que no se ven son las más dolorosas y que la mayoría de las veces no sanan del todo. Las secuelas emocionales de la violencia, silenciosamente están presentes incluso años después de ocurridos los hechos”, mencionó la profesional.


Al mismo tiempo recalcó que podrían derivar en dificultad en el control de los impulsos, dificultades académicas, conductas autoagresivas y heteroagrasivas (violencia hacia el otro), consumo de sustancias, depresión, problemas con la autoridad y la ley, etc.  Asimismo explica que si bien no todas nuestras experiencias nos determinan si pueden condicionarnos ante la sociedad, y que  la violencia es una experiencia extrema que deja marcas profundas en las personas.


“Hoy en día se habla de la crianza respetuosa, donde padres y madres puedan sentar las bases del respeto, la confianza y la seguridad desde el diálogo. Pongamos este ejemplo, muchas veces los padres intentan enseñar a sus hijos a no gritar, retándoles a los gritos. Parece una incoherencia ¿no? Bueno es así como ven los niños, una gran incoherencia si mamá o papá me gritan para que no grite o me pegan porque le pegué a mi hermanito, lo que hacen es  enseñar con el ejemplo.


Con los golpes se anula la posibilidad de comprensión, de análisis de la propia conducta. Genera sumisión, rabia, desconfianza, malestar. La misma persona que dice amarte es la que te está haciendo daño, daño "por amor", "para educarte". En cambio el ejercicio del diálogo, desde pequeños  generan este puente de confianza y respeto entre padres e hijos, el espacio en el cual los hijos se sientan seguros de hablar de sus inquietudes, sus preocupaciones y los padres puedan conversar sobre las consecuencias que generan los actos”, expresó.


Para concluir, Simón refiere que este es un ejercicio, lleva su tiempo pero tiene sus beneficios, pero que es la única forma en que los padres del futuro ofrezcan una salida efectiva a sus hijos, es decir, la educación que impartimos en nuestras casas, finalmente se replicará con el paso del tiempo, ya que más allá de las palabras, lo que quedan son aquellas lesiones internas psicológicas que marcaron un antes y un después en nuestra actitud como niños.


“Si me pegan dejo de hacer o lo hago con más rabia”.

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