Desde que el COVID-19 llegó a nuestro país, el personal de blanco tuvo que tomar las riendas de la situación y trabajar sin cansancio para ofrecer el mejor servicio a todos los ciudadanos. Sin importar el pico de infección, los trabajadores médicos no han levantado la bandera de la derrota, pero si han comenzado a decaer emocionalmente y por el cansancio.
Estas situaciones se dan por las agobiantes horas de trabajo en la contención de la pandemia, mismo motivo que llevan a los médicos a solicitar cambios, renunciar o rechazar la renovación de sus contratos, es lo que refiere el doctor Felipe González, director del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente (INERAM).
En comunicación con Radio Monumental, el médico explicó que no todos están preparados para enfrentar esta situación y que incluso la presión de los familiares hace que la tarea sea mucho más difícil. A eso se le suma la mochila de cargar con varios fallecidos por una enfermedad que, tal vez muchos creen que solo es parte del trabajo, pero que en realidad presenta un peso psicológico muy grande para cualquier persona.
“Hay una alta demanda en estos momentos y uno renuncia para ir a otro lugar menos estresante. En estos momentos el Hospital Nacional y el INERAM son lugares donde nadie querría estar”, recalca el médico.
No obstante, este hecho no es el único que aqueja al personal de blanco, que hace años vienen implorando al Estado un poco más de solidaridad acorde a la realidad de nuestro país y la precariedad de la atención pública con la falta de medicamentos, instrumentos hospitalarios y en ocasiones, la escases de tapabocas y guantes, materiales mínimos que necesitan para la atención.
Las pocas garantías, el cansancio y el desinterés por parte del gobierno, hacen que aquellos que deben velar por el bienestar de la ciudadanía decidan dejar las batas y trasladarse a lugares más calmos.