Esta pandemia nos encontró a todos desapercibidos, creyendo que nunca llegaría hasta este punto del globo, pero finalmente el pasado 7 de marzo se registró el primer caso de Covid-19 en el país, por lo que los trabajos iniciaron de manera inmediata y entramos a cuarentena total. Tan solo unas semanas después comenzaron los problemas económicos en la socieda, que prevalecen hasta ahora y por la solidaridad de la gente nacieron las ollas populares.
El Ministerio de Hacienda, recién en la tercera semana de cuarentena hizo sus primeros pasos, ya que luego de los inexplicables tropiezos que tuvieron al inicio de esta reforma estatal tenían que resarcir de alguna forma el descontrol total que provocaron. Las financiaciones o subsidios con nombres bonitos en Guaraní, «Ñangareko y Pytyvó», estuvieron enmarcados en una realidad inexistente en el país, ya que para acceder a uno de esos beneficios los pobladores de escasos recursos debían ingresar a portales web, crear un perfil y posteriormente esperar al que sistema funcione de buena manera para que la solicitud pueda establecerse.
Finalmente la unión de varias personas en distintos sectores del país, barrios, compañías y ciudades completas comenzaron a ayudarse entre sí para hacerle frente a las carencias y al hambre, por lo que las ollas populares tomaron el protagonismo, salvando la vida de miles de compatriotas, poco después el gobierno intentó adueñarse de la iniciativa para jactarse del desempeño de los municipios.
Hasta ahora todo eso solo se vio superado por la repugnante frase que el presidente de la Reública Mario Abdo Banítez, se le ocurrió pronunciar en la inauguración de una obra sanitaria en la ciudad de San Pedro del Ycuamandyyú, al referirse al Ministro de Salud Julio Mazzoleni, para defenderlo de los ataques que recibe últimamente.
“Yo le saqué a él del sector privado, para que trabaje en el sector público. Conoció lo mal que se trabaja. Él no es político, pero ante la pandemia se portó como un verdadero combatiente. Y aquellos que critican, la mayoría nunca han hecho nada, ni una olla popular", expresó el presidente.
La defensa hacia el miembro de su gabinete hubiese sido perfecta si no mencionaba las ollas populares, que por más románticos que parezcan, son un evidente fracaso del Estado Paraguayo. Esto no es estar en contra de las acciones de solidaridad, sino más bien, es pedirle al gobierno que no olvide su compromiso con los ciudadanos y pueda de verdad satisfacer las necesidades de los mismos.
Es momento de exigir una verdadera respuesta del Estado, para que pueda contener la necesidad de los ciudadanos y permita que la solidaridad sea necesaria para contener las emociones, así como sentimientos de las personas que se encuentran en constante zozobra por el avance del Covid-19 en el país.